Brujería riesgo y peligro

Si los brujos no creen en el diablo, no por eso dejan de recurrir a él ya que la brujería implica, por lo menos, una búsqueda de la intervención de espíritus. Quien abre la puerta a los malos espíritus queda involucrado con ellos. La brujería implica la creencia en una realidad invisible a la que el practicante queda atado. Las Sagradas Escrituras y los Padres de la Iglesia enseñan que se trata de una entidad diabólica (Dt 18,12).

Las principales razones por las cuales las personas recurren a la brujería son:  

  1. Para hacer daño a quien se odia;  
  2. Para atraer la pasión amorosa de alguien;  
  3. Para invocar a los muertos;  
  4. Para suscitar calamidades o impotencia contra enemigos, rivales u opresores reales o imaginarios;  
  5. Para resolver un problema que se ha convertido en obsesión y ya no importa por cual medio se resuelva.  

No todos los brujos siguen las mismas prácticas y no es extraño que el brujo haga pactos con espíritus, haga rituales como parodias de la Santa Misa o de los oficios de la Iglesia, adoren al Príncipe de las Tinieblas y participan en reuniones de brujos donde hacen sus maledicencias. 

La brujería está relacionada con el satanismo.

La brujería consta de rituales para hacer sus hechizos (ejercer un maleficio o atadura sobre alguien), algunos de los cuales requieren hierbas particulares.

También hay palabras de conjuro o hechizo que pueden ser escritas para obtener un mayor poder.  

Puede ser real, pero en muchos casos puede ser también sugestión de la mente, es decir pura mentira. En ambos casos está actuando el demonio, príncipe de la mentira.

En muchísimas ocasiones se engaña a la persona haciéndole ver que le han hecho un “trabajo” de brujería. Esta forma de atrapar al ingenuo, es la manera más sencilla de hacerlo usar ciertas hierbas y especies y así tenerlo preso al antojo del brujo(a).

La mentira es el arma común que utiliza la brujería para conquistar adeptos y manipularlos como esclavos dóciles sin que tengan muchas fuerzas para escapar.

La Biblia, la enseñanza de los Padres de la Iglesia y la tradición no dejan lugar a dudas sobre el hecho que los seres humanos tienen la libertad para pactar con el diablo el cual tiene influencia en la tierra y en las actividades humanas.

Por otro lado algunos Padres como San Jerónimo, pensaban que en muchos casos la brujería es sugestión de la mente. 

El Primer Mandamiento condena la brujería, la magia y todo tipo de adivinación: “Yo Soy el señor tu Dios…no tendrás dioses extraños delante de mi”; (Ex 20:2-3).   

En Levítico 20,27 se lee: “El hombre o la mujer en que haya espíritu de nigromante (Práctica supersticiosa que pretende adivinar el futuro invocando a los muertos), morirá sin remedio: los lapidarán. Caerá su sangre sobre ellos”;  Está claro que en estos casos se trata de un espíritu adivino.

Debemos evitar tanto el exagerar como el minimizar el poder de Satanás. En una guerra es esencial conocer las fuerzas contrarias y saber cómo vencerlas. Satanás tiene poder para tentar y asediar a los fieles, pero su poder no es comparable al de Dios Todopoderoso.  

La brujería no es mera superstición. El demonio ciertamente arrastra hacia su reino del mal a los que se involucran en ella y a sus aduladores. Si no hay arrepentimiento y conversión, el final será el infierno.

Al enterarse de que alguien le está haciendo un “trabajo” de brujería, muchas personas sienten miedo.  Esto es lo que el demonio quiere ya que por el miedo puede dominarnos. Debemos recordar que el demonio nada puede contra los que son fieles a Dios. Nuestro Padre Celestial es Todopoderoso y nos ama. El demonio sólo puede con aquellos que no confían en Dios y por falta de fe están espiritualmente débiles.

Son como pollitos que se han alejado de la protección de la gallina y se exponen al gavilán. Por eso Jesús nos dice: ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, y no habéis querido! Mateo 23:37  

Jamás debemos ir a otro brujo para “defendernos”. Eso sería caer en la trampa del demonio haciendo lo que él quiere: que desconfiemos de Dios para que recurramos a él. Quién está amenazado por brujerías que recurra al Señor por protección y no tema. Debe poner en Dios toda su confianza y practicar su fe, no por miedo a la brujería sino por convicción: acercarse a los sacramentos, la oración personal y pedir a los hermanos que oren por él. La gracia del Señor jamás faltará a quién la busque. Puerta al Cielo

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